Donde tocamos a Dios y Dios nos toca.

«Ponerle palabras a la experiencia de ese Dios que llevamos dentro, creo, es algo arriesgado», dice Christopher Sammond. «Cualquier lenguaje es inadecuado, y el lenguaje que yo use puede que no le diga nada a otra persona». ¡Sin embargo, tenemos que intentarlo!

«Hay un lugar donde yo toco a Dios y Dios me toca a mí», explica Christopher, y nos cuenta que uno de los momentos más intensos en que sintió ese contacto fue durante un retiro en Pendle Hill, cuando el Espíritu (Santo) tenía un mensaje que al principio no estaba preparado para aceptar.

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