Solveig-Karin Erdal rastrea su herencia cuáquera hasta los primeros Amigos noruegos, que se convirtieron como prisioneros de guerra en Inglaterra y trajeron su fe de vuelta con ellos tras la derrota de Napoleón. La casa de reunión donde sus antepasados adoraban también fue el lugar donde Lars Hertervig, el pintor más famoso de la Noruega del siglo XIX, fue introducido a la fe y la práctica cuáqueras.
Solveig-Karin comparte un pasaje de Melancolia, una novela del premio Nobel Jon Fosse, en la que el padre del joven Hertervig lo lleva a su primera reunión cuáquera. “Describe la reunión para el culto con palabras casi infantiles”, dice de la prosa de Fosse, “de una manera muy conmovedora, de una manera muy poética”.
Después de leer a Fosse, Solveig-Karin dice, “es tan claro cómo la luz [en las pinturas de Hertervig] no es solo la luz del sol, sino también la luz interior”. También se siente honrada de reconocer que Hertervig y sus antepasados habrían adorado juntos en el mismo pequeño edificio.


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