«De verdad que era muy, muy ansioso al crecer y la idea de ir a un campamento con pernocta no era algo que me gustara», recuerda Eli Phillips. Pero el campamento cuáquero de Opequon demostró ser una experiencia fundamental, comenzando con una Junta matutina para el culto alrededor de un círculo de fuego.
«La directora del campamento en ese momento, Elaine, explicó cómo Los Amigos adoran en silencio», dice Eli, «y yo pensé: ‘¡Ah, sí!’ En plan, la forma en que el viento susurra entre las hojas, eso es Dios o el Espíritu (Santo)… la forma en que la luz atraviesa los árboles, eso es el Espíritu (Santo). [Fue] poner en palabras mucho de lo que ya sentía dentro de mí, pero que nunca había explorado realmente».
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Transcripción:
La primera mañana del campamento tuvimos la Junta para el culto en el círculo de fuego y, ya sabes, entras y te sientas en silencio y eso me resultó un poco extraño al principio, pero luego me adapté bastante rápido. Y luego la directora del campamento en ese momento, Elaine, explicó cómo Los Amigos adoran en silencio y algunas creencias cuáqueras y yo pensé: «¡Ah, sí!”. En plan, la forma en que el viento susurra entre las hojas, eso es Dios o el Espíritu (Santo), yo pensaba: «Sí”. La forma en que la luz atraviesa los árboles, eso es el Espíritu (Santo), yo pensaba… Poner en palabras mucho de lo que ya sentía dentro de mí, pero que nunca había explorado realmente. Y sí, hay pegatinas que tienen los campamentos de la Junta Anual de Baltimore que dicen «El campamento cuáquero cambió mi vida” y eso fue ciertamente cierto para mí.
Cómo el campamento cuáquero cambió mi vida
Soy Eli Phillips, uso los pronombres él/él. Vivo en Minneapolis, Minnesota. Asisto principalmente a la Junta de Los Amigos de Twin Cities, y soy el Coordinador de la Ciudad para el Servicio Voluntario Cuáquero aquí.
Creo que sabía algo sobre el cuaquerismo desde hacía un tiempo, pero crecí asistiendo a una congregación unitaria universalista, y cuando tenía once años me presentaron más oficialmente al cuaquerismo en el campamento cuáquero de Opequon
Saliendo de mi zona de confort
Considero que el campamento cuáquero es el primero de varios, pero sin duda el más importante, de algunos momentos cruciales en mi vida. Era muy, muy ansioso al crecer y la idea de ir a un campamento con pernocta no era algo que me gustara. Recuerdo que la noche antes del primer día de campamento vimos a unos amigos de la familia y uno de ellos me preguntó qué era lo que más esperaba y yo dije irme y volver a casa.
Una de las lecciones que saqué de ese primer año y que he llevado conmigo es que tenía que salir de mi zona de confort, y una de las cosas que aprecié del campamento es que llegas allí y estás allí como dos días y luego te vas de excursión con mochila, y hubo algunos momentos cruciales allí donde estaba escalando montañas literales, pero también sentía que tenía estas montañas figurativas en mi cabeza que tenía que atravesar y con las que tenía que moverme para llegar al otro lado de las cosas. Y, ya sabes, no solo te unes mucho a otras personas de tu unidad (así es como lo dividen, por grupo de edad), sino que hace que cuando vuelves al campamento, creo que el campamento se siente más como en casa y así estás… ya sabes, el miedo a la nostalgia que tenía al entrar como que se disipó con eso. Y desde entonces siempre he estado buscando cómo salir de mi zona de confort. Es la única manera de crecer.
El campamento como comunidad intencional
Creo que tal vez lo describimos, o lo escuché describir cuando estaba en el personal, como intencionalmente rústico, lo cual me encanta. Ya sabes, no hay tecnología y como joven donde tenía un teléfono celular, mi pequeño teléfono plegable, fue un gran regalo separarme de él y tener que entretenernos y, la cantidad de juegos que jugamos, fueron tan creativos que… la cantidad de canciones que cantamos juntos y haciendo tareas juntos, como… Sin nombrarlo realmente necesariamente, estábamos aprendiendo habilidades de comunidad intencional y cómo tener conflictos entre nosotros y cómo, como, divertirnos con cosas que tal vez parecería que… ya sabes, nadie quiere lavar los platos, pero para muchos campistas, y para mí incluido, las tareas son algo que empecé a esperar con ansias. Ya sabes, encontrar eso… donde el trabajo y el juego se superponen fue una gran parte del campamento y creo que eso tal vez es menos específico de la fe cuáquera para mí, pero realmente se relaciona con cómo los valores cuáqueros informan la forma en que vivo en la vida cotidiana. Sí, así que echo de menos el campamento todo el tiempo, pero sigo conectado con gente del campamento hasta el día de hoy; un par de personas en Minneapolis y yo sigo conectado con gente del campamento que está en otros lugares del mundo y simplemente… Sí, esa pegatina es verdad: ciertamente cambió mi vida.
Preguntas para el debate:
- 1) Eli describe sentir el Espíritu (Santo) en “la forma en que el viento susurra entre las hojas” y “la forma en que la luz atraviesa los árboles”. ¿Cuáles son algunas formas en que ves el Espíritu (Santo) en el día a día?
- 2) ¿Cómo construyes una comunidad intencional?
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